lunes, 14 de junio de 2010

home is where the heart is.

Fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión, aceptación.

Las paredes de mi cuarto están ahora desnudas. "Parece tu casa", solían decirme. Era mi casa. Ha sido mi casa. Ahora no siento que vaya a dejar mi casa; no del todo, porque tan sólo es una habitación desnuda y vacía (con su terraza y sus vistas de luces de noche tristes de Madrid). ¿Y mi habitación de casa? Calor, hogar. El hogar. Mis peluches y mis estanterías repletas de libros. Extraña. Doble vida. Como los agentes secretos. Allí seguiré siendo la niña rara y antisocial de siempre, y nadie sabrá de mis peripecias madrileñas, donde nunca me he sentido sola. Madrid empieza a difuminarse. Un día de verano en el que el calor me ahogue mientras duermo, despertaré creyendo que todo esto ha sido un sueño.

Ya lo parece. Se acabó. Ya no más clases, no más facultad de filología, no más violinista de CiU, no más piso universitario, no más clases de pilates, no más tardes perdidas mirando libros y leyendo sola en un café, no más quedadas, no más metros con las mejores compañías, no más. Porque venir aquí no es lo mismo que vivir, y este año lo he comprobado.

Y los había que querían que fracasase. Que pensaban que la niña de pueblo había leído demasiados libros, que volvería de la gran ciudad -o la boca del lobo- llorando a lágrima viva, con el rabo entre las piernas, para no querer separase jamás de su tierna y dulce ciudad natal. Porque eso se lleva en la sangre, muy adentro, dicen.

Desarraigo.

Pues no. No recuerdo lágrimas en Madrid. En mi almohada de casa -mi almohada de niña, de los quince años- aún pueden olerse las lágrimas viejas, la sal cristalizada. No fui una Caperucita imprudente. Yo siempre he sido Medea. La eterna extranjera en su propia tierra. En cualquier lugar. Y ahora, Medea parece que ha encontrado su sitio. Pero, ¡quedan tantos lugares por visitar, por vivir! Creía que sólo había un único sitio para cada persona en el mundo. Creía que sabía dónde estaba el mío. Se siente. Y, sin embargo, parece que hay más de uno. Y más de dos. Qué gran tragedia, ¿no? Que se cumpla el deseo de tu corazón en múltiples ocasiones. O, tal vez, sea una fortuna. O una ironía. No lo sé.

Sólo sé que no lloré cuando acabó el instituto. Porque no me dejaba nada ahí, porque no lo echaría de menos -ya que a las únicas personas que me importaban, las seguiría viendo-. Pero ahora, ahora es diferente. Ya me ha pasado dos veces en un año. Hay personas. Me dejo gente. Me voy. Y volveré en septiembre, pero aún así... ¡Se acabó! Y de todas formas, tres años pasan volando. ¡En un soplido! En tres años, se esperará que seamos personas mayores dispuestas a ser devoradas por el mercado de trabajo. Con maña y experiencia y cinismo, y ni una pizca de inocencia o ingenuidad.

¡Se acabó! Como decía Celia de Elena Fortún al final Celia y sus amigos. Se acabó el jugar a los barcos, a los indios y al cine. Se acabaron las diabluras y las niñerías, pensaba, mientras un coche se la llevaba a un internado para señoritas en París. La pobre no sabía lo bien que acertaba. Que en el próximo libro, las travesuras no las llevaría a cabo ella, sino su hermanito Cuchifritín. Que en el próximo libro ella sería Celia, madrecita, aunque aún no tuviera hijos, pero sí juicio. Se habría convertido en una señorita de colegio privado francés, siguiendo todas las pautas que la sociedad espera de ella. Y así, daría consejos a los niños y sólo le quedaría ahogar su terrible imaginación en los cuentos e historias. Porque la imaginación desbordante es de niños. Que no nos la quiten. Que sigamos siendo niños, entonces. Porque la vida, sin imaginación, es azul y gris, como las calles de París en noviembre, sin música ni artistas.

¡Ay, Celia...! Se acabó primero, se acabó el piso de estudiantes, se acabó el metrobús, hacer y deshacer maletas, viajes de ida y vuelta en el tren.

Y para entretenerme este verano amurallado, ya que he vuelto a ser poeta, he decidido volver a ser fotógrafa. Todo vuelve, ¿no? Después de haber suicidado dos cámaras en dos años, veremos qué se da ahora... Os mantendré informados.

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