miércoles, 13 de abril de 2016

El mal de la montaña


Creo y bebo únicamente de placeres efímeros.
Lejos se fue el amor—ese chorro de agua que escapó
de unas manos llenas.
Y mucho tengo mas nada es mío:
todo lo que quise lo amé,
comí o bendije.

No creo en Dios ni en el dinero.
No creo en lo que llaman permanente.
No creo en nada que no pueda tocar,
como un pez,
y que después desaparezca.

Todo gira a mi alrededor.
Todo gira, y en mi cabeza
este mal de la montaña que un día perseguí
luchando contra los elementos.
Por el camino me deshice de todos ellos,
los que guardaba en el corazón—
un peso cálido que derritió la nieve.

Llegué arriba deseando ver mejor—
y vi a mi amor, una hormiguita,
alejarse con su equipaje al hombro
sin su montaña dorada.

Ahora todo parece pequeño
y lejano. El mundo tan solo.

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