viernes, 17 de julio de 2015

El arrebato a Lol V. Stein, o de cómo Lol pasó a ser la otra. Un diálogo a tres.

“Escena del casino en El arrebato de Lol Stein de Marguerite Duras” (2014) de Caitlin Keogh
El hombre de T. Beach sólo tiene una función que cumplir
(Marguerite Duras, El arrebato de Lol V. Stein)
Es verano. Me enseñas a usar la penicilina.
En un baile de S. Thala dices sólo se puede ser bueno una vez, al igual que en el poema. Sólo se puede ser una vez.
Yo no digo nada. No digo.
Lol V. Stein tiene diecisiete años y un vestido de raso verde. Lol V. Stein tiene diecisiete años y aún nadie la llama Lol V. Stein, sino Lola. Lola Valérie.
Lol V. Stein tiene diecisiete años el resto de su vida y en cada movimiento sus articulaciones repiten los pasos de baile aprendidos.
[Tatiana se horroriza al contemplarla. Tatiana es brusca; nunca repite la suavidad.]
Es el baile en el que Lol dejó de ser Lola y empezó a ser la otra.
En cada movimiento, se vacía y se llena.
[Jacques Hold se embelesa y parpadea, intentando seguir la danza. Jacques Hold ha encontrado acompañante.]
Cuando Jacques le aprieta el brazo, Lol sale a la luz. Cuando suelta, ella vuelve.
La otra no es ya sólo un pasatiempo, sino una entrega en blanco para el amante, y un negativo en el que ella busca sus propios rasgos. Lol sólo puede verse en contraposición a lo que ella no-es, a lo que no-tiene.
[Tatiana es. Tatiana tiene. Y por eso, en ese caso, aunque Jacques también ame a Tatiana, también Lol sigue siendo la otra. Al igual que Jacques es Uno y es Otro cuando está con ella o con la otra. Jacques habla de “Jacques” o dice “yo” según quién es en ese momento. Pero decir Yo es decir Otro de inmediato.]
Dicen de Lol que le gustar despistar a los demás. Que toda su vida ha querido llegar a ser la otra. La otra sólo es una forma de ser.
La otra lo absorbe todo. Como un agujero negro. Como una mancha en la pared. No piensa en volver, sino en quedarse.
Ellos dicen no consigue curarse.
Lol clava su mirada en el vaivén las olas de T. Beach, cada vez más lejos. A pesar de que repita los mismos pasos de baile, nunca puede quedarse.
(Publicado originalmente en The Other Woman, una selección de María Mercromina).

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