Cuando llevas mucho tiempo sin hablar con una persona, te la cruzas por todas partes, aunque esté en otra ciudad o en otro país, ahí está: en la cola del supermercado, dando vueltas por la pista de atletismo de Canal, de espaldas en el metro, volviendo a casa (¿a su nueva casa?). Pensar que ha vuelto sólo para saludarte. Que quizás ha venido a buscarte, a despedirse. Se sorprende de que ahora en Madrid llueva. Y todavía no te ha encontrado. Es la ciudad quien te pide ayuda, pero le das la espalda, y, fingiendo tu miopía corregida, te alejas.
Una vez me lo encontré saliendo de natación, sabía que era imposible e igual fingí miopía.
ResponderEliminar