lunes, 5 de agosto de 2013

Cosas que pueden pasar cuando vas a un bar: una parábola


Para Cristina, Daniel, mi abuela y mamá.

I
Lo primero de todo: tú vas a ese bar. Tú has elegido ese bar y no otro. Por el motivo que sea: porque tienes sed, porque te gustan sus luces de colores, porque las tapas que están comiendo otros clientes tienen buena pinta, o porque está de moda, o porque alguien te habló bien de él, o mal, y tú quieres probar que se equivocaba. Por lo que sea. No importa. La cuestión es que tú has elegido ese bar.

II
Ahora pongamos que tú has elegido ese bar por esos cócteles con tan buena pinta. Así que llegas. Esperas tu turno. Encuentras un sitio. Te sientas. Llega el camarero y tú pides un cóctel y te dice que el coctelero se ha ido y tardará en volver y que pidas otra cosa. Vaya. Bueno. Lo haces. Pides otra cosa. Pero justo cuando se va el camarero ves cómo el coctelero regresa y le hace cócteles a otras personas. ¡Yo también quiero! Llamas al camarero. Tarda en venir. Mientras, se acerca otro camarero y te pregunta que si te han tomado nota. Le dices: Sí, pero me gustaría cambiar lo que he pedido. Dice: ¿Quiere comer algo? Le dices: Bueno. Se va. Uno tiene derecho a cambiar. La vida son cambios. Uno tiene derecho a cambiar, ¿no?

III
El camarero del principio viene y te dice que qué pasa, que ahora trae tu cerveza. Tú le dices: Oye, es que el coctelero ya ha vuelto y me gustaría cambiar lo que he pedido, y te dice: Eso es imposible, el pedido ya está hecho, la cerveza ya está en camino; ya ha sido pedida y elegida en el limbo de las cervezas sin nombre. Le dices: ¡Pero si ni siquiera la he visto! ¡Si no le he dado ni un sorbo! Él dice: Imposible. Y después: ¿Pero quieres o no quieres esa cerveza? Y le dices: No, quiero un cóctel. Y el camarero dice: ¿Y qué pasa, que ahora la cerveza me la tengo que tomar yo? ¿Qué hago ahora con esa cerveza? Y tú: Pero si yo quería un cóctel desde el principio y me dijiste que no había, y ahora hay y yo tengo que tomarme la cerveza. Y él: Sólo son órdenes de mi encargado. Tú: Quién es el encargado. Él: Paquito. Tú: Qué Paquito. Él: Pues Paquito. Tú: Quiero hablar con Paquito.

IV
El tal Paquito te dirá que podría haberlo hecho mejor pero que la cerveza ya había pasado por caja y que era imposible descontarla. Que te podría invitar al cóctel, a un cóctel más barato, si pides algo de comer. Bueno, dices. Bueno. Puedes irte, quedarte o pedir algo de comer. La mayoría de los seres humanos elegirán esta última opción. A caballo regalado no le mires el diente, y todo eso.

Pero la mayoría de las veces nunca obtendrás el cóctel gratis, ni lo que has pedido.

V
Otras veces tú serás el camarero y habrá gente a la que, cuando le vayas a cobrar una coca cola, dirá que no pagan dos euros sino uno porque esa coca cola no vale más, a pesar de que en otro sitio sí que lo paguen.

VI
La impotencia lleva a la pataleta, y la pataleta no es el mejor recurso, pero a veces es el único.

VII
Lo más normal sería levantarse e irse del sitio, pero, a veces, el bar es tu propio sitio, lo que significa que no te puedes levantar de ahí, o que no te quieres levantar de ahí.

VIII
Y por eso existe la ley del divorcio y las hojas de reclamaciones, aunque nadie las use.

4 comentarios:

  1. jajajajaaaaaq! Muy bueno. Es exactamente lo que me pasò la otra tarde en The Patio.

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  2. My God women!
    Amé esto! la descripción no exhaustiva sino justa para verlo todo suceder, y frustrarse.

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