jueves, 6 de junio de 2013

Amar la periferia.

(Lectura en la presentación de Atlas poético en la Casa del Lector, Madrid, minuto 26.)
Para los que han encontrado la belleza en la periferia.

Hacer el amor en ciudades dormitorio

En el lugar de donde vengo, no hay ciudades dormitorio, porque de día todos viven y de noche todos duermen.

Eso le dije. La seducción consiste en contar historias.

En realidad, me gusta este frío suave y benigno de la ciudad.

Me gusta ese autobús cruzando la autopista, le dije, a punto de estrellar.

Dentro de las ciudades dormitorio siempre pasan cosas buenas.

O al menos pasa el amor.

O al menos, la vida.

Una vez dije que las ciudades dormitorio eran ciudades sepulcro. Yo quería vivir donde siempre brillase la luz. Donde todos fuésemos siempre extraños.

La luz no estaba allí. Sí el comienzo. Sí la autopista abierta en canal. Un autobús verde. El frío en la marquesina acariciando el borde de mi falda. La espera desde la ciudad. Sus luces agitándose a lo lejos, como un pañuelo que dice adiós. Extranjeros paseando a sus perros. La manera en la que me explicó cómo se quería a un niño. Por una vez: la vida sucediendo en otro lugar.

La vida sucediendo en algún lugar entre todas esas urbanizaciones idénticas de chalets adosados. Allí. Detrás de las cortinas idénticas. De todos los dormitorios idénticos. Gritos idénticos. Temblores idénticos. Allí.

No podría volver. No sabría volver. Pero volvería.

Al empezar el viaje te entregarán un corazón. Un corazón morado, no rojo. Su latido te hará pensar que eres poderosa. Siente la carne palpitando en tus manos. Puedes romperlo. Debes.

El último en hacerlo paga el viaje.

2 comentarios:

  1. Vengo del blog de Jorge Ampuero y me ha encantado tu Rincón; por lo cual, si no te importa, me hago seguidor de tan especial Espacio.
    Abrazos.

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  2. ¡Gracias! Por supuesto y bienvenido :)

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