miércoles, 2 de enero de 2013

La mujer ciega.

(Ferdinand Hodler, Mujer jubilosa)

Al final volví a casa. Al principio. Otra vez. Tú llegaste igual: sin abrigo, sin dientes, sin cama. Los cristales de los coches se helaban en la calle. Te invité a entrar. Todavía oigo esa música. Todavía recuerdo ese baile. La sensación de ser arrastrada sin poder evitarlo. No los pasos. Aún los oigo. No puedo verlos. No puedo ver nada. Sólo toco la escarcha. La pared. La almohada.

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