martes, 21 de agosto de 2012

Diario de cura.


(...) clavando los dientes por todo el cuerpo una niña comienza a hacerse de mundo.
(Rocío Cerón)

Pegar un chicle a la muralla
y huir
(Cintia Pérez)

La piel nueva es de color rosado, como un chicle o un bebé. También duele el nacimiento de la piel. La mujer que me cosió la rodilla dijo: falta un trozo de piel, ¿quién lo tiene? Yo no respondí.

En la residencia de estudiantes de Utrecht, un vagabundo creó un refugio con cartones debajo de nuestras casas. Cuando me levantaba pronto para ir a clase lo veía rebuscando en los contenedores del aparcamiento de bicis. A la semana, algunos alumnos llamaron a los vigilantes del campus. Destruyeron su fuerte. Cuando volví, ya no estaba allí.

Todo esto bajo el cielo azul. Donde la luz aún permanece en las sombras. Bajo la ciudad llena de piedras, el calor apenas se aguanta. Tampoco el frío. Por eso pegué un chicle a la muralla y huí: un único recuerdo de dientes y saliva era todo lo que quería que quedase.

Siempre se teme más a lo que no está.


4 comentarios:

  1. jo-der, en serio, jo-der. A esta entrada y a la del domingo

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  2. Yo celebro que ya escriba usted seguido.

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  3. Un lugar se convierte en un "topos" literario cada vez que nos dejamos allí la piel. A menudo encontrando otra, debajo.

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