viernes, 6 de mayo de 2011

un poema nunca está acabado.



(Grace Gloria Denis)



Did I ever walk the morning streets at twenty,
my limbs streaming with a purer joy?

(Adrienne Rich)


¿Tú recuerdas el pasado?
¿El pasado, mi pasado,
nos recordarás ahora,
cuando todo haya pasado?
¿Tú sabrías volver a casa
o la casa ya no espera?
¿Es lícito volver a casa
cuando recogiste a tus habitantes
y te marchaste en el primer tren
dejando la habitación
vacía? No te llamé al
llegar. Decías que era alegría
o pureza...

¿Es lícito ser otra
y ser la misma
y que cuando otros ya no nos encuentren
nos perdamos en los ríos los lamentos las mentiras?
¿Quién quiere volver a casa?
¿Vamos a volver a casa?
Dejar que exista, que esté ahí
la palabra casa
con los confines desdibujados
el paisaje desdibujado
quién es nuestro paisaje
quién dibuja nuestro paisaje
ya nadie puede esconderse de nadie
y dices vámonos a casa, vámonos a casa
si ya no podemos ir casa
ya no queda casa
o palabra
vaciada.
Has cambiado los muebles
de sitio; el tejido de los barcos
es transparente...

No me preguntes si he barrido nuestras cosas,
si entendí lo último que me dijiste
o te escuché
dibujando un mapa
con rotulador permanente
sobre la tierra extranjera
antes de que yo partiera
hacia el aeropuerto
corriendo por las calles de madrugada
en un paraguas abierto
se leía "hotel de cinco estrellas"
sólo somos unos días,
el desayuno incluido,
el miedo ya no es irse,
es volver:
no me reconocerás,
no te reconoceré,
no querremos
reconocernos.

+
+ crónica de Lila por Goizeder Lamariano
+ crónica en Culturamas por Jara Santamaría

8 comentarios:

  1. [a casa que começa em nós e nos recomeça: onde não encontramos a porta, a janela da casa, não existe o corpo, o corpo da casa que começa em nós]

    um abraço, Emily

    Leonardo B.

    ResponderEliminar
  2. Y allí es cuando el pájaro se divide en dos. Uno es el ala izquierda, el ojo izquierdo, la pata izquierda y la mitad de las plumas. Otro es el ala derecha, el ojo derecho, la pata derecha y la otra mitad de las plumas. se van a saltos. Uno busca debajo de la cama la otra mitad de sí empolvada y algo triste. Otro rebusca entre la parte más oscura del armario y se recoloca lo izquierdo en su derecha. Las puertas se abre ante la voz del viento y ambos se marchan a redibujar cielos. Uno hacia el norte. Otro hacia el sur. Uno contando estrellas. Otro evitando que Ícaro le eche al abismo las pocas fantasías que vuelan a su lado.
    La canción viene en la lluvia y el horizonte espera por nuevos nidos. Por nuevos vuelos. Y así eternamente.

    ResponderEliminar
  3. la copa de los árboles contra el cielo azul.

    ResponderEliminar
  4. tienes razón, leonardo.

    los ojos negros el cielo azul

    merci!

    ResponderEliminar
  5. Por curiosidad, ¿influencias de la tierra?
    Me gusta mucho tu curiosa (y acertada, dicho sea) forma de ver la vuelta a Casa.

    ResponderEliminar
  6. ¿Influencias en qué sentido?
    Todo nos influencia, de una forma u otro: lecturas, experiencias, personas...

    Me obsesiona (como habrás podido comprobar) la búsqueda del hogar, si de encontrarse es permanente (creo que no) y si es así, no resulta aún más trágico que de no serlo.

    Gracias (:

    ResponderEliminar
  7. Hablaba de sensaciones al volver por casa. De extrañar a veces ese sentimiento de hogar que mencionas y esperar encontrarlo, sin hacerlo.

    Alguna vez he pensado cosas parecidas; no sé si será cosa nuestra, o de abulenses en general :P

    ResponderEliminar
  8. No sé, yo es que cada vez siento menos que pertenezco a ningún lugar, al menos durante un periodo de tiempo suficiente. A veces te sientes más en casa durante un instante (y en un lugar que desde luego no es tu casa) que durante toda tu vida. ¿Volvemos a casa o sólo la abandonamos? Y parece que cuando lo encuentras tienes que volver a dejarlo.

    ResponderEliminar