miércoles, 18 de agosto de 2010

frágil equilibrio.

Al lento sol que baja hacia la tarde
ceder, abandonarse.

Declinación.
El flujo del vivir
se ha ido deteniendo imperceptible
como el borde del vuelo o la caricia.

Aún dura leve lo que fuera huella
de su tacto tenue.


No sé si salgo o si retorno
¿Adónde?
El fin es el comienzo.

Nadie
me dice adiós. Nadie me espera.


Entrar ahora en el poniente,
ser absorbido en luz
con vocación de sombra.

Y tú, que me has amado, sacrifica
a las divinidades de la noche
lo más puro de mí
que en tu secreto reino sobreviva.


(c) José Ángel Valente, Luces hacia el poniente.

Voy patinando mientras hablamos por teléfono. Voy patinando por Battery Park sin rumbo fijo, inagotable. Sé hacia dónde voy. Sé lo que quiero. Y tú lo sabes. La conversación no termina. Y nunca llega. Sigo patinando sobre ruedas.

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