viernes, 30 de julio de 2010

the pains of being pure at heart.

Terminar un poemario es como terminar una operación. Cerrar un corte profundo con sumo cuidado, después de haber vaciado, ordenado, cosido punto por punto. Palabra por palabra. El torrente sanguíneo de emociones desbordadas. La hemorragia de sentimientos. El poemario cierra esa herida profunda. Te distancia de esos sentimientos, ahora ya fuera de ti. Te hace contemplarlos desde lejos, como algo casi ajeno, después de haber dado las últimas puntadas y recortado los hilos sobrantes. Lo miras, la imagen un poco desenfocada, y los sentimientos lacerantes que impulsaron esos poemas parecen recuerdos lejanos. Ahora eres lectoraescritora. A veces, incluso, no te ves reconocida: ¿acaso esa era yo? ¿yo escribí eso?. A veces sientes orgullo de tu creación, pero otras te avergüenzas. Lo expones al mundo, a la mirada crítica de los demás, y temes que le hagan daño. Que te hagan daño a ti, a través de él. Porque él es tu vida pasada. Los sentimientos que has vaciado, que ya no tienes dentro. Pero que han dejado una marca. Una cicatriz más o menos invisible.

Terminas tu poemario y piensas, esto debe de ser lo más parecido a tener un hijo.

2 comentarios:

  1. Me alegro de que ya hayas terminado tu poemario. No sé si te refieres a alguno que ya he leído, pero de no ser así espero que me lo envíes ^^.

    "esto debe de ser lo más parecido a tener un hijo."

    No tengo hijos, pero seguro que es mil veces más complicado un hijo XD.

    ResponderEliminar
  2. Sí, lo has leído (¡escribo rápido, pero no tanto, y menos estando todo el día por ahí! LOL).

    A la hora de la crianza sí, me refería al momento del parto ;).

    ResponderEliminar