Quisiera que alguien dijera de mí:
Ese joven amó con locura
y un día no volvimos a verlo.
(Pablo Fidalgo Lareo)
A veces, sólo a veces, necesito saber que puedo perderme en la habitación azul, porque las mujeres no tenemos casa, sólo agua. A veces, sólo a veces, podría dejar que me abrazaras hasta que los caballos blancos se marchasen. O quizás soy yo la que se marcha. Quizás soy yo la que se marcha, y dicen que el tiempo vuela, y por qué cada vez me siento yo más pequeña si no dejamos nunca de aprender. Nuestra juventud tiene aliento de muerte y el abrazo, el abrazo más que nunca está vedado.
(Pero el abrazo / es bello y el abrazo / es tiro con arco / y la herida es vieja y más que nunca, / más que nunca será siempre demasiado tarde para / medir el alcance de nuestras manos.)
Cuéntame un cuento: Quisiera que alguien coleccionara nuestros pasados.
(Pero el abrazo / es bello y el abrazo / es tiro con arco / y la herida es vieja y más que nunca, / más que nunca será siempre demasiado tarde para / medir el alcance de nuestras manos.)
Cuéntame un cuento: Quisiera que alguien coleccionara nuestros pasados.
Uf, Emily, especialmente la última frase... me removió algo dentro. Me has metido en el cuarto azul. Un abrazo.
ResponderEliminarme encanta! caballos blancos! genial!! :D
ResponderEliminarHey, hermoso poema, me gustó especialmente esa parte que reza: más que nunca será demasiado tarde para medir el alcance de nuestras manos. Helados lagos de saudade.(Well, I ain't joking woman, I got to ramble, really got to ramble)
ResponderEliminarCada vez te sientes más pequeña aunque no dejes nunca de aprender... eso es señal inequívoca de que vas por buena senda ;)
ResponderEliminarYo he pintado mi habitación azul. Ahora es naranja.
ResponderEliminarBesitos.
¿Qué te está pasando?
ResponderEliminarTu escritura muta.
Sigue siendo sin estanques.
No sé qué me está pasando, Elena. No lo sé.
ResponderEliminarGracias.