(...)
odiar a quien se ama, amar al que se odia pero con moho blanco en las plumas
(Birgitta Trotzig)
Si no tuviera que despertarme, nunca apagaría la luz. ¿Hasta
qué punto llegaría el cansancio? ¿Y la terquedad? ¿Y la diversión? Te recuerdo como nunca lo hice: perseguido por el viento. Discutíamos el sí. Preveíamos el no. La claridad de
la nieve recibe un nombre en el santoral que la hará limpia. La luz degollará la montaña. Nos tendremos que volver a mudar y tú te habrás llevado mi corcel.
He vivido en cuatro casas; ahora vivo en la quinta. No sé
qué hogar me depara el futuro. He vivido en cuatro casas y el olor de cada una
era distinto; también yo fui alguien distinto en ellas a pesar de llevar las mismas ropas. ¿Cómo conservar los recuerdos? El invierno se limpiaba contra la
pared dejando un color diferente en cada una; las zarigüeyas aprendían a diseccionar
las cucarachas de una forma nueva. Los amuletos al cuello pesaban demasiado. Las horas pasan limpias e inescrutables.
¿Quién es ese tan ciego que no nos promete nada?
Buen post, y brutal la cita.
ResponderEliminarLapidatoria la primera frase. :)
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