dejo que anochezca
Sara R. Gallardo dibuja el paisaje con palabras: el permiso, la culpa. Describir no es narrar, dice, y por eso Epidermia no es un poemario, ni tampoco un libro de relatos: la epidermia se convierte en un mapa, la cartografía de un viaje con principio (tal vez) y sin destino.
Como un valle aún helado. Enfermo por los cambios de temperatura. Por el calor repentino. Por la vuelta al frío. A pesar de que ya no hay invierno que nos proteja. Epidermia. Epidemia. Carne de gallina o diario frágil. Fragmentaria. Capas que se van descubriendo, desnudando, hasta llegar a la piel (la piel, según Paul Valéry, es lo más profundo). Querer ser: la persona elegida (Quería ser tantas personas que no era). Pero la poesía no puede ser bonita, dice Sara. La poesía busca el silencio. el amor que no tengo, el amor que no hay: la poesía nace de la culpa. Como los viajes. Como el arrepentimiento al detenernos en una estación de servicio en medio de una carretera desierta: Mujeres en letras desgastadas. Donde alguien ¿espera? Donde Sara cita a Emily Dickinson con sabiduría: “Sólo se posee lo que se destruye”: de ahí el viaje, de ahí la noche: para no destruir, por eso:
por eso me gustan las manos, / por eso a menudo no creo en las almas.
no creemos en las almas. Creemos en las manos.
*todas las citas en cursiva proceden de Epidermia (El Gaviero, 2011) de Sara R. Gallardo.
Carne de gallina, ¿qué tenemos? Enfermos y epidérmicos. Contagiamos todo el amor que no generamos. Bebemos, vivimos. Un mapa que guía pero que no lleva a ningún puerto. Todo está lleno de agua. Ofelia. La resurreción y la carne.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, schöne.
Lo peor: es contagioso.
ResponderEliminarDe rien, belle :*
Para morder no hacen falta dientes, basta con las manos.
ResponderEliminarSe nos acaba el invierno y no tenemos otra cosa.
please, please, please: primavera.
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