Amar es aceptar que uno puede morir otra muerte antes de la suya propia.
(Marianne Wiggins)
Estar tan lejos de la orilla y tan cerca del terror. Tan cerca como todo lo que se marcha. Sé que todo lo que está completo está muerto. Por eso dejo aquí un trozo de mi corazón. Por eso arranco los pedazos y pago el precio que piden en la aduana. Por eso admito muerte y refugio en mi vocabulario, a pesar de que se contradigan. Han pasado tantas cosas. Hay segundos que no forman parte del viaje. Hay segundos que no debemos mirar (todavía). Segundos en los que no debemos mirar. El corazón es un pájaro que se posa en el pecho tan sólo unos instantes. Y después, vuela; y después, muere. ¿No es lo mismo, al fin y al cabo? Una muerte diminuta y perfecta. Pero no me importa. No me importan las palabras si después vienen las manos. No me importan las noticias, ni el viento del invierno, ni la muerte de esta tarde, ni el barco vadeando sin puerto a la vista.
Y eso también es ♥
ResponderEliminarGracias por estas palabras tan bellas, Emily bonita.
te leo siempre... a veces no se me da bien esto de comentar, porque puede que arruine tu texto, pero bueno, estoy desde este lado, siempre leyendo!
ResponderEliminarun abrazo
muerte y refugio, a veces, son incluso sinónimos. :D
ResponderEliminaro complementarios ;)
ResponderEliminarun comentario nunca arruina un texto, noelia, sólo puede enriquecerlo :)
muchas gracias a todos <3
"hay segundos que no debemos mirar"
ResponderEliminarme quedo ahí
hasta
que
despierte
Ojalá volar y morir fueran sinónimos...
ResponderEliminarY cómo me ha gustado eso de: <>. Espléndida metáfora. Voy a anotarla muy cerca de mi corazón-pájaro.
Anotar, nombrar, definir...
quizás el que muere es el que se queda.
ResponderEliminarpájaro-corazón,
merci.
La verdad es que me ha encantado la comparación. Tienes demasiada razón :)
ResponderEliminarmuá.
gracias
ResponderEliminar:*****
ay*
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