Lo que lo hacía un lugar tan diferente eran las hileras de casas interminables. Podía caminar durante horas sin ver un alma, a medianoche o mediodía. Noches heladas o mucho calor, y el ruido incesante del aire acondicionado en la ventana, tan fuerte que parecía que se iba a caer. Un lugar imaginado, como la infancia o como un país nuevo.
(También Escribí sobre Medford aquí.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario