domingo, 10 de mayo de 2015

Viaje a Toledo.


Dicen que si visitas un lugar de noche es tuyo para siempre.
Lorrie Moore


i. Toledo (20-27 de abril)
Siempre llegué tarde a los lugares, es decir, de día. Normalmente, la primera vez que visito una ciudad, espero llevarme algo de ella. Lo que sea. Pero es difícil volver por primera vez a una ciudad que, en su momento, te quitó algo. Quería entonces imaginar que se trataba de una ciudad fea, de una ciudad de provincias gris e insulsa en la que llovía, llovía, llovía, como hace un año yo estaba acostumbrada. Pero, claro, no la conocía, así que podía imaginarme lo que quisiera. Pero llegué y la ciudad era bella. No era bella: era hermosísima y hacía calor. Costaba mucho seguir odiándola. La ciudad fue un regalo. Y la ciudad me devolvió ese algo en lo que ni tú ni yo creíamos: que la escritura es un paisaje moral, que si yo soy páramo, escribiré páramo, que si el cielo es tropical y calienta, escribiré tropical, que vine a esta ciudad sin esperar nada y me llevé algo, distinto pero igualmente necesario: el hacerla toda mía.

ii. Madrid en mayo // 30º a mediodía
No sé ahora cómo acostumbrarme a este calor que no existía, o a ir por las calles y encontrar un bar donde había una pescadería, o a no encontrar algunos de mis sitios favoritos. Porque ahora hay un hueco donde había un lugar. Porque voy a tener que reconstruir este lugar desde cero. Y a mí también.

Voy a empezar a construir las ciudades nuevas. 


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