Yo también soy una joven que escribe, no he ganado ningún premio tengo 17 años.y me gustaría saber su opinión sobre este poema que he compuesto. No escribo por soberanía ni acaso por despecho, escribo siempre a solas enhebrando el litigio que tiene el silencio contigo, que te has quedado tan callado con la voz tan cerca del grito. Si te escribo, te advierto del peligro que vas a sentir ahora palpando mi alma desmenuzada dentro de esa habitación donde has decidido injuriarme, en esa habitación sin paredes que has edificado sólo para mí. Para que yo, una prostituta de carretera te engendre el valor escaso que tiene el grito, a tí que siempre decidiste quedarte mudo y pasear solo en la orilla del desierto. No escribo temiendo a que se te ocurra tirarme a la cara la soledad que metiste en tu casa porque es allí donde las bestias habían decidido contagiarse de hambre, de mi hambre de afectos y habían endurecido las manos de los niños que apenas dejaban su mundo para sostener el mío lleno de urbes tristes. No te escribo como ritual, sin embargo, a quienes temen que vuelva más impertinente después de haber seducido a hombres sin escrúpulos, le digo: no teman, he llegado adormecida, estoy encinta, en un sueño que antes era tuyo. Si te escribo, prométeme que no dirás nada, será nuestro secreto.
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ResponderEliminarYo también soy una joven que escribe, no he ganado ningún premio tengo 17 años.y me gustaría saber su opinión sobre este poema que he compuesto.
ResponderEliminarNo escribo por soberanía ni acaso por despecho,
escribo siempre a solas enhebrando el litigio
que tiene el silencio contigo,
que te has quedado tan callado
con la voz tan cerca del grito.
Si te escribo, te advierto del peligro
que vas a sentir ahora palpando mi alma
desmenuzada dentro de esa habitación
donde has decidido injuriarme,
en esa habitación sin paredes
que has edificado sólo para mí.
Para que yo, una prostituta de carretera
te engendre el valor escaso
que tiene el grito, a tí que siempre decidiste
quedarte mudo y pasear solo
en la orilla del desierto.
No escribo temiendo a que se te ocurra
tirarme a la cara la soledad
que metiste en tu casa
porque es allí donde las bestias habían decidido
contagiarse de hambre,
de mi hambre de afectos
y habían endurecido
las manos de los niños
que apenas dejaban su mundo
para sostener el mío lleno
de urbes tristes.
No te escribo como ritual, sin embargo,
a quienes temen que vuelva
más impertinente después de haber
seducido a hombres sin escrúpulos,
le digo: no teman, he llegado adormecida,
estoy encinta, en un sueño que antes era tuyo.
Si te escribo, prométeme
que no dirás nada, será nuestro secreto.