Para Cristina, Daniel, mi abuela y mamá.
I
Lo
primero de todo: tú vas a ese bar. Tú has elegido ese bar y no otro. Por el
motivo que sea: porque tienes sed, porque te gustan sus luces de colores, porque
las tapas que están comiendo otros clientes tienen buena pinta, o porque está
de moda, o porque alguien te habló bien de él, o mal, y tú quieres probar que
se equivocaba. Por lo que sea. No importa. La cuestión es que tú has elegido
ese bar.
II
Ahora
pongamos que tú has elegido ese bar por esos cócteles con tan buena pinta. Así
que llegas. Esperas tu turno. Encuentras un sitio. Te sientas. Llega el
camarero y tú pides un cóctel y te dice que el coctelero se ha ido y tardará en
volver y que pidas otra cosa. Vaya. Bueno. Lo haces. Pides otra cosa. Pero
justo cuando se va el camarero ves cómo el coctelero regresa y le hace cócteles
a otras personas. ¡Yo también quiero! Llamas al camarero. Tarda en venir.
Mientras, se acerca otro camarero y te pregunta que si te han tomado nota. Le
dices: Sí, pero me gustaría cambiar lo que he pedido. Dice: ¿Quiere comer algo?
Le dices: Bueno. Se va. Uno tiene derecho a cambiar. La vida son cambios. Uno
tiene derecho a cambiar, ¿no?
III
El
camarero del principio viene y te dice que qué pasa, que ahora trae tu cerveza.
Tú le dices: Oye, es que el coctelero ya ha vuelto y me gustaría cambiar lo que
he pedido, y te dice: Eso es imposible, el pedido ya está hecho, la cerveza ya
está en camino; ya ha sido pedida y elegida en el limbo de las cervezas sin
nombre. Le dices: ¡Pero si ni siquiera la he visto! ¡Si no le he dado ni un
sorbo! Él dice: Imposible. Y después: ¿Pero quieres o no quieres esa cerveza? Y
le dices: No, quiero un cóctel. Y el camarero dice: ¿Y qué pasa, que ahora la
cerveza me la tengo que tomar yo? ¿Qué hago ahora con esa cerveza? Y tú: Pero
si yo quería un cóctel desde el principio y me dijiste que no había, y ahora
hay y yo tengo que tomarme la cerveza. Y él: Sólo son órdenes de mi encargado.
Tú: Quién es el encargado. Él: Paquito. Tú: Qué Paquito. Él: Pues Paquito. Tú:
Quiero hablar con Paquito.
IV
El
tal Paquito te dirá que podría haberlo hecho mejor pero que la cerveza ya había
pasado por caja y que era imposible descontarla. Que te podría invitar al
cóctel, a un cóctel más barato, si pides algo de comer. Bueno, dices. Bueno.
Puedes irte, quedarte o pedir algo de comer. La mayoría de los seres humanos
elegirán esta última opción. A caballo regalado no le mires el diente, y todo
eso.
Pero
la mayoría de las veces nunca obtendrás el cóctel gratis, ni lo que has pedido.
V
Otras
veces tú serás el camarero y habrá gente a la que, cuando le vayas a cobrar una
coca cola, dirá que no pagan dos euros sino uno porque esa coca cola no vale
más, a pesar de que en otro sitio sí que lo paguen.
VI
La
impotencia lleva a la pataleta, y la pataleta no es el mejor recurso, pero a
veces es el único.
VII
Lo
más normal sería levantarse e irse del sitio, pero, a veces, el bar es tu
propio sitio, lo que significa que no te puedes levantar de ahí, o que no te quieres
levantar de ahí.
VIII
Y
por eso existe la ley del divorcio y las hojas de reclamaciones, aunque nadie
las use.
jajajajaaaaaq! Muy bueno. Es exactamente lo que me pasò la otra tarde en The Patio.
ResponderEliminarMy God women!
ResponderEliminarAmé esto! la descripción no exhaustiva sino justa para verlo todo suceder, y frustrarse.
Me gusta :)
ResponderEliminarmerci :)
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