viernes, 28 de diciembre de 2012

Un día de pesca.



A man lives by believing something
(Thomas Carlyle)

Pero sigo envidiando al ciervo que define el espacio por su pelaje. Que pide pan cuando quiere comer. Que muerde peces por descuido. Que ignora que será cazado. Yo los habría cazado a todos para evitar que me cazasen a mí. Me vestiría con su fragancia y su pelo suave y vagaría por el bosque reconociendo mi olor en otros animales.

Mi madre me dijo que cuando bebíamos, bebíamos como los ciervos: todos juntos, alrededor del estanque. Le dije, mamá, no íbamos a beber, sino a morir. A manos del tigre blanco. En las fauces del tigre blanco. Pero no hay tigres blancos en las montañas. Pero sólo eran el humo después de que ardieran los troncos en la hoguera.

El ciervo entonces lamió sus manos. La manera en la que él degollaba los peces. Su caricia sobre las escamas frías. La manera de alimentarlos con gusanos. La sangre tiñendo de azul a quien tocaba.

3 comentarios:

  1. Siempre te pongo corazones, pero es que... ♥

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  2. Genial, hace tiempo que no me paso por aquí, y francamente me he estado perdiendo mucho.
    Todos aunque finjamos que no, ignoramos que vamos a ser cazados.
    Me gusta mucho la foto, ¿es tuya?

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