jueves, 13 de diciembre de 2012

Convertirse en paisaje.



la casa, de donde el país ha brotado,
es la mano
(Katarina Frosterson)

Las poetas suecas han inventado una nueva huida. Hay Mujeres en el Norte. Lo tuve en mis manos y después lo dejé. Lo tuve cerrado en mis manos y María me dijo Lee ese poema y volví a por él. Estas trece poetas suecas guardan cada una un secreto, o muchos, escondidos entre el bosque de la taiga y las ciudades del norte (ciudades sin luces, sin edificios altos, sin aglomeraciones). Se desacostumbran a la bicromía del cielo. Decidí ser feliz con los colores, dice Sara Gilliard. Todas hablan desde el frío en un idioma distinto y desconocido. En un idioma espeso. Todas detestan la blandura del blanco, y sin embargo lo necesitan. Alguna piensa en España. Alguna en Finlandia y en la prisión de los ojos de un oso muerto. Otras en Dinamarca, donde comienza el calor. Todas en la frialdad de las manos cualquier noche de eterno invierno.

*Las citas en cursiva pertenecen a la antología Mujeres en el Norte: Trece Poetas Suecas (Devenir, 2011). Traducción y edición de René Vázquez Díaz.

4 comentarios:

  1. La luz en todos los inviernos, está llena de mundos. Inviernos en technicolor, inviernos desdibujados, monocromos, impregnadas de un tono brillante y eléctrico. En verano también, atravesando escorada, inmensas capas de polvo húmedo que flota sobre el mundo...
    Idiomas distintos, ritmos distintos, tanto que aprender.
    El link al poema está deshilachado.

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