Bélgica es un cuaderno de viaje. Se Perdre es un diario donde ser revela el ¿verdadero? suceso de Passion Simple. Pero en Maillard y en Ernaux se cruza algo: el deseo. Bélgica y Se Perdre son muestras de la topología del deseo: el deseo de viaje, de encuentro, de desear, de no desear, de encontrarse a uno mismo. Y en ambas, muy notablemente, el deseo de escritura (¿por qué, para qué?). L'écriture est décidément toujours une morale pour moi, escribe Annie Ernaux. Escritura y vida, al final se confunden, y quizá eso sea lo que haga estas obras tan atractivas: la carencia de historias, la prosa desnuda y el escritor expuesto. Pero, ¿no es la autoficción otro tipo de historia? Y viceversa, ¿no son las historias otro tipo de autoficción? ¿Necesitamos las historias?, se preguntaba Virginia Woolf en Las Olas. La escritura, quizás, es una forma de moral, un modo de ver la vida: de darle forma.
(Je ne suis pas écrivain, j'écris, puis je vis, apunta Ernaux.)
Hacer de la vida literatura. De la literatura, vida.
"¿Estoy yo en esos dobles? Naturalmente, pero el juicio estético a esto se trata de un asunto que no tiene que ver con la literatura en sí, sino con las cosmovisiones de la literatura según qué épocas. O sea. Esconder el yo es imposible. Cuando hablamos de universales antropológicos o de que tal o cuál novela habla de la «condición humana» (y esto es algo que siguen manejando las universidades y los críticos, lo que no me parece mal), en verdad decimos que la ficción habla de nosotros, de nuestros asuntos (ya sabes: amor, amistad, ambición, familia, trabajo, dinero, celos y todo lo que se te ocurra), y para eso, el autor, activa o pasivamente, ha de conocer esas mismas experiencias. ¿Y está eso mal? No. Fíjate que el ensayo (y al ensayo se le presupone una objetividad mayor que a la ficción) nace con un tipo que dice: «yo soy la materia de mi libro». Manejar las experiencias que le rodean a uno es una herramienta, y las herramientas no son buenas o malas; depende del uso. Es como la cuestión del realismo. Hoy se ha vuelto un lugar común decir: «el realismo, como estrategia narrativa, es un rollo», cuando es completamente falso. Depende de cómo lo hagas funcionar. Pero vamos, vuelvo al inicio: aquí hay narrativa fantástica y literatura más o menos biográfica.
ResponderEliminar¿En qué proporciones?
Da igual.
En realidad ni lo sé yo."
A propósito del tema que tratas. Ibrahím B. dijo.
La poesía como ideología, definitivamente.
ResponderEliminarJe ne suis pas écrivain, j'écris, puis je vis
ResponderEliminar*
ResponderEliminar:*
ResponderEliminarA veces creo que las historias que pensamos, contamos y escribimos es lo que ocurre cuando no tenemos nada bonito y nuevo que hacer. Cuando lo tenemos, no nos paremos a pensar en escribirlo o contarlo sino en vivirlo. Bueno, o quizás tú sí.
ResponderEliminarYo quiero vivir cosas bonitas para poder contarlas.
ResponderEliminarUn beso, bella.
Cuentes lo que cuentes será hermoso.
ResponderEliminar:*****
ResponderEliminar