lunes, 6 de diciembre de 2010

la herida y la memoria.


(Katarína Dubcová)



En el túnel de la Défense, de regreso, pensé: "¿Dónde está mi historia?".

(Annie Ernaux)


Llueve y hace sol. Llueve y hace sol y calor y podría ser primavera pero no es primavera. Es diciembre y la calle está llena de gente, la calle está llena de luces, la calle está llena de calle y de vida. De vida áspera y dura, como la prosa de Annie Ernaux sin traducir (traducida suena más dulce, como en el ejemplar de Pura Pasión que he comprado hoy y que he bebido con un café en una terraza, con abrigo y bufanda). O quizás porque sea un tema menos áspero que el de La Place o La Honte. Me gusta Annie Ernaux porque es directa y no tiene pudores. O porque es visceral y egocéntrica, y no le importa en absoluto serlo. Me gusta, pero no se encuentra entre mis autoras favoritas, porque su memoria es su herida, y me recuerda demasiado a mí. Porque yo quiero escribir desde la herida, pero no desde la memoria. Porque quiero capturar los vaivenes del vivir, los puzzles desencajados con las piezas que nunca encontraremos, las mareas de gente subiendo y bajando por la Gran Vía, la espuma del café en el borde de los labios--capturar la vida, tan imposible de retratar. Tal vez sea incapaz de hacerlo. Tal vez no tenga la osadía de Ernaux para hurgar en la herida, o puede que la memoria sea tan sólo un punto en un mapa, un nombre mundano y distante como cualquier otra ciudad. Puede que la memoria nunca se acabe, que sea como un cuento infinito que vamos escribiendo sobre lo que hemos vivido. Y puede que la herida no se cure nunca. Que sea infinita. Que la herida sea la vida.

4 comentarios:

  1. "escribir desde la herida, pero no desde la memoria".
    Indispensable, escribir desde la herida. No hay de otra. Pero, para mí, la memoria forma parte de esa herida, incluso puede ser la parte que no sana.
    un abrazo

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  2. la memoria como infección de la herida.

    un abrazo,,

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