Kenneth Rexroth
El traqueteo del tren. Media Distancia. Media distancia que no se puede medir de verdad. Ronroneo, siesta. El dialecto de la meseta profunda. La sensanción de ser arrastrada -como un imán-, irreversiblemente. La sensación -de asco, de desagrado- al pisar la hiedra, al sentir -sin sentimiento- aquellas calles que hablan de, no sé de qué. La sensación de no estar allí, ni aquí, de no- estar. De que la vida allí es temporal, momentánea, evanescente. Efímera. De que la vida allí - quién sabe por qué - se me ha concedido como un intermedio, una pausa, entre el frío y el desierto. De que las noches allí llegan antes, y los días pasan borrosos y seguidos. Si la estaré aprovechando lo bastante. Mucho. Poco. Demasiado. Acomodarse. Asomarse al abismo y no esperar nada, y ver sin mirar. Como acariciar a un gato, puede que salte en cualquier momento. Titubear. Porque siempre amenazan las manos frías y el vaho contra la ventanilla del tren. ¿Va a estar siempre ahí? ¿No voy a poder quitármelo nunca? Tatuado. La pertenencia. La no-pertencencia. El no-lugar (que me persigue adonde voy).
me gusta. mucho.
ResponderEliminarHay cosas que siempre estarán ahí nos gusten o no. Incluso en nuestra cabeza.
ResponderEliminarSin embargo, hay que saber tener en cuenta las que nos gustan.
P.D: Enhorabuenita =D.
me encanta esa canción :)
ResponderEliminarMe he puesto a pensar en la gente qe jamàs siente qe pertenece, o qe pasado un tiempo se harta del lugar qe tanto quizo alguna vez.
ResponderEliminarDe mi ciudad, todos los "alternativos" (osea, ese montón qe preferimos tomar sprite para no ser del montón qe toma cocacola) nos qeremos ir. Muchos se qedan, y varios de esos lo hacen por miedo a lo desconocido o, peor aùn, se les presenta una oportunidad de trabajo (de un buen trabajo, aparte) en otro lugar y no lo aceptan por no abandonar a la pareja (qe los casos asì qe conosco, ninguno a durado màs de un año pero bueno)
el miedo a lo/ desconocido/ lianas/ que nos truncan.
ResponderEliminargracias,
:*
el hielo también brilla
ResponderEliminary quema,
un abrazo en mondas,
g.
y se derrite.
ResponderEliminarabrazo,
Es lo que tiene ver la vida desde la parte de atrás del cristal...
ResponderEliminarAllí, la vida siempre parece estar detrás de un cristal.
ResponderEliminarJuegan en mí reflejos
ResponderEliminarque parten de mundos
que no poseo,
arremolinados hallazgos
que hacen de mi
quien soy
sin serlo.
Necesito salvarme.
Necesito expiar al fantasma
ermitaño entre mis costillas
adulador de los órganos
donde solo Dios late.
Necesito del vaciado,
purga que da opción;
cielos vírgenes copulados
por la metáfora del pájaro
que linda y linda con su vuelo:
trayectoria atroz del verso.
Para así caminar a la vida
sin desprecio,
ni tener por qué
atracar
en tristes puertos
rodeados de ojos
de marineros locos
que en pleno juicio
me disertan.
gracias por el poema, anónimo,
ResponderEliminaryo tampoco quiero atracar en los puertos.
"De que la vida allí - quién sabe por qué - se me ha concedido como un intermedio, una pausa, entre el frío y el desierto."
ResponderEliminarEsto es sublime.
Por desgracia, llevo a cuestas una larga historia de gatos que me saltan a la cara con sus uñas, después de haberlos acariciado unos segundos o unos años.
En estas tierras, se siente uno como en casa.
Y siempre volver a acariciar, de todas formas.
ResponderEliminarTierra debajo de las uñas.
gracias,
:*.