viernes, 6 de agosto de 2010

soy ridícula. somos ridículos. somos esdrújulos.

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.

Quién me diera en el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.

(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).


(c) Fernando Pessoa, bajo el seudónimo de Álvaro de Campos.

A veces, podemos llegar a ser ridículos. Pero los verdaderamente ridículos son aquellos que nunca jamás amaron. Porque hay algunos sentimientos que, al expresarse -al sentirse-, no pueden ser sino ridículos en su ridiculez mayúscula, en el absurdo de la vida, en su insoportable levedad. Prefiero ser ridícula.

4 comentarios:

  1. Así es el amor, ridículo. Es como al ver una pareja desde fuera, pueden parecer ridículos, pero desde dentro es todo sentimiento.

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  2. Cuantos años sin leer a Pessoa... Gracias por recordarmelo...
    A veces somos completamente ridiculos sin darnos cuenta, pero a veces lo somos a proposito... Y son estas veces, en las que pienso "Si, soy ridiculo, y me encanta" las que me hacen sentirme vivo. De vez en cuando.

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