lunes, 20 de julio de 2015

La isla en el lago.


La caricia inútil —
nada más bello que
llegar al borde, a casa
detenerme y contemplar

tu lugar después de muerto.

viernes, 17 de julio de 2015

El arrebato a Lol V. Stein, o de cómo Lol pasó a ser la otra. Un diálogo a tres.

“Escena del casino en El arrebato de Lol Stein de Marguerite Duras” (2014) de Caitlin Keogh
El hombre de T. Beach sólo tiene una función que cumplir
(Marguerite Duras, El arrebato de Lol V. Stein)
Es verano. Me enseñas a usar la penicilina.
En un baile de S. Thala dices sólo se puede ser bueno una vez, al igual que en el poema. Sólo se puede ser una vez.
Yo no digo nada. No digo.
Lol V. Stein tiene diecisiete años y un vestido de raso verde. Lol V. Stein tiene diecisiete años y aún nadie la llama Lol V. Stein, sino Lola. Lola Valérie.
Lol V. Stein tiene diecisiete años el resto de su vida y en cada movimiento sus articulaciones repiten los pasos de baile aprendidos.
[Tatiana se horroriza al contemplarla. Tatiana es brusca; nunca repite la suavidad.]
Es el baile en el que Lol dejó de ser Lola y empezó a ser la otra.
En cada movimiento, se vacía y se llena.
[Jacques Hold se embelesa y parpadea, intentando seguir la danza. Jacques Hold ha encontrado acompañante.]
Cuando Jacques le aprieta el brazo, Lol sale a la luz. Cuando suelta, ella vuelve.
La otra no es ya sólo un pasatiempo, sino una entrega en blanco para el amante, y un negativo en el que ella busca sus propios rasgos. Lol sólo puede verse en contraposición a lo que ella no-es, a lo que no-tiene.
[Tatiana es. Tatiana tiene. Y por eso, en ese caso, aunque Jacques también ame a Tatiana, también Lol sigue siendo la otra. Al igual que Jacques es Uno y es Otro cuando está con ella o con la otra. Jacques habla de “Jacques” o dice “yo” según quién es en ese momento. Pero decir Yo es decir Otro de inmediato.]
Dicen de Lol que le gustar despistar a los demás. Que toda su vida ha querido llegar a ser la otra. La otra sólo es una forma de ser.
La otra lo absorbe todo. Como un agujero negro. Como una mancha en la pared. No piensa en volver, sino en quedarse.
Ellos dicen no consigue curarse.
Lol clava su mirada en el vaivén las olas de T. Beach, cada vez más lejos. A pesar de que repita los mismos pasos de baile, nunca puede quedarse.
(Publicado originalmente en The Other Woman, una selección de María Mercromina).

sábado, 11 de julio de 2015

Ser o no ser (madre) según la poesía de María Ramos.

detrás de cada belleza

existe
una zona muerta
(María Ramos)

El miedo a ser madre. A no serlo. El miedo que nos inculcan desde pequeñas, como si nuestra condición pudiera convertirse en una desgracia inmediata. Como si ya lo fuera de manera inherente, y tuviera que estar controlada por los demás. Aprendemos entonces -en apariencia- a comportarnos. A regirnos por lo que dicen que tienes que ser, y a no poder contar con su apoyo cuando no lo eres. Ser madre y ser un monstruo de dos cabezas y cuatro brazos. Ser madre y ser niña. Ser madre y ser hija a la vez. De esto trata Siamesa, de María Ramos (El Gaviero, 2015). Un grito necesario que no tiene miedo de decir lo que piensa. De defenderse a ella y a su cachorro. De constatar hasta los límites de qué trata la maternidad, y también la no-maternidad, sin retratos azucarados ni eufemismos. El mundo que me ofrecen / es demasiado pequeño. El miedo de no saber ser. La tristeza también es fértil. Y esta fertilidad es la misma que predica la sociedad. La misma que el patriarcado defiende, pero de la que se desprende cuando no se siguen sus normas. María Ramos decide entonces deshacerse del miedo, de la culpa, de lo que habla es de desnacer, de hacerse dueña de sí misma. Y aceptar el amor, pero también la pérdida, pero también la belleza. Porque ya nunca podrás distinguir

dónde empieza el monstruo
dónde la caricia.